En esta categoria aparecerán artículos de contenido histórico tanto relativos únicamente a la oveja merina como a los Donoso. Sobre el hierro ganadero, ganaderos importantes del pasado, gestión del merino

Pinceladas del valor de la merina negra en Extremadura
Carnero negro de CampoSerena - Foto de Juan José Benitez

Pinceladas del valor de la merina negra en Extremadura

Después de casi 700 ininterrumpidos maitines desde que nos enclaustraran un sábado, 14 de marzo de 2020, algunos de los 3.300 que los leéis asiduamente, demandáis temas agropecuarios .

Ayer, un afamado ganadero y amigo me pidió con asaz interés, que hoy escribiera sobre las merinas extremeñas, variedad negra.

Pues todo apunta a que esta oveja es un cruce entre los moruecos (carneros) africanos, que trajeron los árabes (711-1492) y la española a la sazón, prevaleciendo el cromosoma de aquellos.

Los jerónimos de Guadalupe llegaron a tener en 1752, la friolera de 37.303 cabezas de ganado ovino, de las que 27.564 eran merinas, las cuales ese mismo ejercicio dieron una producción de 420.308 maravedís.

En sus archivos, que he puesto «patas arriba», no he sido capaz de encontrar el color de las finísimas lanas de esa cabaña, por lo que bien podrían ser morenitas como la Virgen que custodiaban con esmero los monjes de aquel cenobio, que por cierto no es negra, pero esto ya para otro Maitín.

Y es que casualmente durante mi investigación he entrevistado a decenas de nonagenarios en los Ibores, la Jara y las Villuercas, y coincidían en que sus antepasados siempre les dijeron, que las ovejas de sus ancestros eran merinas y negras.

De facto, en 1424 y en 1427 el Rey Don Manuel de Portugal acogió gratuitamente a 15.000 merinas oscuras jerónimas, en la Sierra de la Estrella, y curiosamente este gesto contribuyó a que finalizasen los pleitos entre los ganaderos estantes de la serranía de Cuenca y el Monasterio guadalupense, valorándose aquella regalía del Rey portugués en 100.000 maravedís.

Es encomiable que los ganaderos portugueses, hayan sabido conservar esa raza y variedad de marras; hoy los españoles les estamos comprando excelentes ejemplares .

También en 1814 el irlandés Duque de Wellington, a quien enviara la corona británica a España, para defendernos contra la invasión napoleónica en la guerra de la Independencia (1808-1814), se cobró a cuenta de lo pactado por los servicios militares prestados, con 5.000 merinas, trashumándolas a través de Portugal para embarcarlas con rumbo a su país.

Y ahora, después de más de 2 centurias de aquella contienda, ganaderos de Extremadura, cegados a priori por las ayudas de la PAC al bovino, sin reparar en la adaptación o no al medio de dicha especie, están virando el rumbo hacia otras cabañas autóctonas, algunas de ellas, en peligro de extinción como dicha merina negra .

Y ojiplático observo, como sólo los inquilinos de dehesas, parecen no darle importancia a la sostenibilidad medioambiental, y se aferran a pastar con extensas cabañas de vacuno en esos predios , compactando los suelos por su peso, y tronchando la regeneración con su cornamenta.

Y es que la raza merina negra extremeña en concreto, está actualmente más subvencionada que las demás, y como hemos podido comprobar en el mencionado archivo de los guadalupes, sí se adaptaba al medio, amén de mantener limpio y cuidado este ecosistema único en el mundo, que es nuestra dehesa.

MORALEJA:
«La aplicación de la historia económica agropecuaria, acabará haciendo viable y sostenible la dehesa extremeña».

Artículo escrito por: 

Emilio Pascual Herrera González

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La Merina: Una raza que se entrega en cuerpo y alma

No lo voy a negar, a veces, mientras me tomo el café antes del alba, con leche del tiempo y sacarina, escucho alguna conversación entre los valientes que todavía trabajan en el campo. Uno siempre se entretiene con las conversaciones de los demás y en ocasiones, hasta aprende algo. El otro día, mi atención se centró en una conversación entre un ganadero y un agricultor que discutían sobre la vacuna del COVID-19. Me llamó la atención como uno tildó a otro de borrego, tratando de transmitir que era una persona sin personalidad, que seguía las indicaciones ajenas sin ningún tipo de pensamiento crítico y de manera tonta.

Es cuanto menos chocante que se emplee ese adjetivo en España de forma tan despectiva cuando, sin ánimo de menospreciar al resto, existen razas ovinas, como la merina, que cuenta con más de 2000 años de historia, ha acompañado a todas las civilizaciones y es precisamente originaria de España.

En el artículo de hoy, pretendo demostraros porque cuando le decimos a alguien que es un borrego, no le estamos insultando, sino todo lo contrario. Por lo menos si nos referimos a los borregos merinos…

Una raza que se entrega en cuerpo…

La oveja merina deriva del muflón, que, por un proceso de mutación genética, de selección y de domesticación, llegó a la eumétrica conformación actual. La oveja merina, tal y como la conocemos hoy en día parece esculpida con cincel con el fin de obtener los rendimientos de mayor calidad posible:

lana merina

Es un animal superdotado para producir lana de una altísima calidad, de entre 18 y 21 micras, es decir, unas 22 o 24 veces más fina que el pelo de cualquiera de nosotros. Mucha gente asocia la lana a calor y sin embargo, la lana merina consigue lo impensable, que sea fría en verano y cálida en invierno. Esto sucede por dos factores:

  1. Primero porque es un buen aislante térmico, de forma que dificulta el cambio de temperatura entre nuestro cuerpo y el exterior
  2. Segundo es porque no se compacta lo que facilita la entrada de aire húmedo (el aire siempre tiene humedad) entre las fibras, condensándolo en invierno (provocando calor) y evaporándolo en verano (provocando frescor). Este proceso, recuerda al proceso natural termorregulador de nuestro cuerpo que suda (evaporación) cuando aumenta la temperatura del mismo con el fin de enfriarlo.

Además de la lana, la oveja merina, produce una leche excepcional, de unos 8 grados con la que se están produciendo los quesos de La Serena y las Tortas del Casar. Los quesos de La Serena, constituyen una de las industrias mas potentes hoy en día de la zona de Cáceres y Badajoz.

Por último, tenemos la carne del merino. La carne del merino es una carne excepcional y exclusiva. Destaca por su vivo color rosado, su tierna textura, su olor a campo y su explosivo sabor. Estas cualidades organolépticas, derivan de tres factores fundamentales.

  • El primero, es que posee una combinación ideal de grasa y carne. Esta distribución de grasa y carne a lo largo de todo el cuerpo se logra porque a diferencia de otros de su misma especie, su grasa es cavitaria, no superficial. Además, es una grasa blanca que, a diferencia de la amarilla, no da mal sabor. La grasa blanca es sinónimo de calidad.
  • El segundo es que logra infiltrar esa grasa en su músculo porque es un animal que vive en completa libertad. El merino está en armonía con la naturaleza y no tiene límites. Además, es un animal diseñado para hacer jornadas larguísimas cuando va de trashumancia.
  • El tercero y último es el entorno en el que vive. Ese entorno sumado a un ambiente de de tranquilidad y armonía con la naturaleza le permite acceder a las aguas limpias de los ríos, arroyos, afluentes y manantiales, y acceder a las distintas plantas frescas y pastos de las zonas dónde es autóctona. Lo que se come, se cría.

Carne, despiece de oveja merina de la Serena. Ecotipo CampoSerena.

Carne, despiece de oveja merina de la Serena. Ecotipo CampoSerena. En ella se aprecia el color y la grasa intramuscular

Un último comentario a destacar sobre la carne de merino, es su diferencia con la del resto de razas. Mucha gente la tiene asociada la carne de oveja con una carne pesada y sin embargo la carne de merino es todo lo contrario. Tiene una proteína que es la treonina, que metaboliza la grasa y la hace recomendable, para deportistas y para dietas saludables. Además, es rica en selenio, en hierro y en vitamina B12. Es una carne muy recomendable para la dieta diaria de cualquier persona.

…y una raza que se entrega en alma…

Hemos hablado de la calidad de sus rendimientos físicos, pero la raza merina nos ha dado mucho más que carne, leche y lana. Si no reconocemos el valor otorgado al patrimonio natural y cultural, estaríamos siendo tremendamente injustos con esta raza que no solo se entrega en cuerpo, sino también en alma.

Cañada Real en La Serena

España está en deuda con la oveja merina. Tanto es así que Alfonso X en el siglo XI le dio el privilegio de ser considerada una raza de realeza. Cuando Cristóbal Colón descubrió América, los Reyes Católicos, pensaron en la oveja merina para ayudar en la tarea de asentamiento y colonización. Desde entonces las poblaciones locales de América, no solo tejen el algodón, sino que tejen también la lana española, de oveja merina. Felipe II en el siglo XVI, consolidó el imperio español donde no se ponía el sol, con el oro blanco de España que era el vellón de la oveja merina. Moneda de curso legal. Y más recientemente, España a través de la merina conquistó la industria textil europea.

El ganado merino ha hecho más de 125.000 km de cañadas veredas y cordeles. Mas distancia que el ferrocarril español. Cañadas, cordeles y veredas que son auténticos corredores verdes, por los que transita la merina trasladando semillas de un sitio a otro, de norte a sur, desde los Montes Universales hasta la Siberia Extremeña o desde León hasta la Sierra de Huelva donde los animales silvestres tienen un verdadero espacio para relacionarse a nivel nacional.

No solo España está en deuda con la oveja merina sino toda la civilización porque ella ha dado calor y abrigo a los romanos, a los visigodos, a los árabes y muchos más. Es una raza que ha sido codiciada por todos los imperios. De hecho, Napoleón, entró en el siglo XIX en España codiciando ese vellón. Lo tomó y obsequió a todas las realezas y jefes de estado del mundo. Y desde entonces la oveja merina es la oveja universal. Se encuentra en Nueva Zelanda, Australia, Argentina, Chile, Inglaterra, Uruguay, Estados Unidos y hasta en Sudáfrica, demostrando que es una raza con capacidad de adaptación a cualquier ambiente.

…Y sin pedir nada a cambio.

Y por si todo esto fuera poco, la oveja merina es una raza que nos da todo esto de forma sostenible porque necesita menos que las demás razas y porque solo coge de la naturaleza exclusivamente lo que precisa.  En una época en la que los humanos debemos ser tan responsables con el medio ambiente, debemos defender más que nunca las razas y las prácticas ganaderas más sostenibles como lo son la ganadería merina en extensivo

Por todo lo expuesto anteriormente, espero que la próxima vez que escuchéis a una persona tildando a otra de borrego, penséis en el merino, y lo que se os venga a la cabeza sea grandeza, humildad y entrega.

Artículo escrito por: Ernesto Donoso Donoso

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Origen de la raza Merina
pareja de ovejas merinas puras antes del desplome de la lana

Origen de la raza Merina

El origen de la raza Merina es un tema muy discutido y sobre el que se han publicado diversas teorías. Muchos autores apuntan como primer antecesor al Ovisariesvineí, oveja proveniente del área del Caspio, llegada a España a través del Mediterráneo.

Se dice que la formación del Merino estuvo constituida por representantes del Ovisariesvinei que, después del largo proceso migratorio y de profundos cambios morfológicos y fisiológicos, consecuentes al influjo de las condiciones de los diferentes territorios por donde se fueron aclimatando, se instalaron definitivamente en nuestra península.

Estudios más recientes indican como posible antecesor al Ovisariesturdetanus (Barajas., 2002). En el siglo XIV se produce la selección de la oveja Merina (Laguna., 1986) y, aunque su origen exacto es todavía un enigma, se cree que proviene del cruzamiento del material autóctono de la península con razas del norte de África. Este hecho, que ha pasado desapercibido, tuvo una gran trascendencia científica, ya que, los “serranos” llevaron a cabo, por primera vez en Europa, y por ende en el mundo, la primera selección genética hacia un objetivo concreto: la finura de la lana (Zorita.,1991). En este proceso consiguieron reducir a una cuarta el diámetro de la fibra de lana y aumentar sustancialmente el peso del vellón. Todo ello en una raza rústica y resistente, capaz de realizar desplazamientos de 30 km diarios. De esta forma, se había conseguido en nuestro país la primera raza industrial
que luego tendría una expansión mundial (Rodríguez., 2001).

Oliart (1994) señala que la raza Merina oriunda de España, desde donde salió a todo el mundo, ha sido en nuestra historia la raza ovina por excelencia. Desde la Edad Media hasta principios del siglo XIX, los reyes de Castilla y León primero, y después los de España,
cuidan y velan por la conservación desarrollo de una raza que, al producir la mejor lana del mundo, constituía una importantísima riqueza nacional. Así estaba castigada hasta con la pena de muerte la exportación de animales de la raza Merina.

Tan apreciada era la oveja Merina que los primeros rebaños que salieron de España lo hicieron como regalos reales. Así salió el después famoso rebaño de Rambouillet, o el que fue propiedad del elector de Sajonia. En el siglo XIX, la guerra de la independencia primero, y después, a causa del liberalismo económico, dieron lugar a una masiva salida de efectivos de la raza Merina con lo que se pierde la situación de monopolio que España había tenido en la producción de la lana Merina. Con la llegada a Australia y a otros países del Hemisferio Sur, la raza Merina encuentra un hábitat más favorable, por lo cual en los años siguientes dichas zonas ocupan el centro principal de desarrollo de la raza.

 A finales de la década de los años cincuenta del siglo pasado, la raza Merina, ya en regresión en España (de unos efectivos en torno a los 25 millones de cabezas en la Edad Moderna pasamos a los 3,5 millones), se había seguido seleccionando y explotando, principalmente, por su aptitud lanera. Sin embargo, la drástica caída del precio de la lana a
partir de finales de los años cincuenta y el aumento del precio de la carne de cordero, potenciado poco después por los planes de desarrollo, dan lugar a un cambio de orientación productiva hacia la carne, produciéndose así, unos años de confusión en torno a la selección, manejo y explotación de la raza Merina. 

En la nueva etapa, el objetivo era producir corderos, con buenos índices de crecimiento, que proporcionaran carne de calidad. Gran parte de los ganaderos de merino se encontraban con una raza inmejorable para la producción de lana en cantidad y calidad gracias a la selección y manejo llevados a cabo en los últimos siglos, pero no parecía que pudiera cumplir los nuevos objetivos que el mercado y la Administración fijaban. La necesidad de adaptarse de forma brusca a esta nueva situación hizo que los ganaderos estimulados por la Administración, se dedicaran a cruzar sus ovejas merinas con sementales de otras razas, principalmente foráneas (resulta paradójico pensar que la mayoría de estas razas se crearon o mejoraron con nuestra raza Merina, ya que a partir del Merino se formaron estirpes de alta especialización para la producción de carne como por ejemplo Merino Precoz, Fleischschaf, entre otras), cuyos países de origen se adelantaron en la selección y habían buscado como principal aptitud de sus razas ovinas la producción de carne.

Fueron años tristes, en los que nuestra raza Merina estuvo a punto de la desaparición bajo la avalancha de infinidad de cruces, hechos con escasez sino nulos conocimientos genéticos, y desde luego sin ninguna planificación ni pública, por parte de la Administración, ni privada de los ganaderos. Se generalizaron los cruzamientos, en principio, con sementales de otras razas autóctonas y después con las procedentes de
importación como el Merino Precoz, Fleischschaf, Landschaf, Ile de France, Berrinchón du Cher y Charmoise, entre otras. Y lo peor es que con ignorancia de las leyes 3 genéticas, empezaron a dejarse para futuros reproductores animales mestizos que se cruzaron entre sí.

A partir de la década de los años setenta la acción de la Administración Pública y después la creación, impulsada también desde la Administración, de la Asociación Nacional de Criadores de Ganado Merino, tuvo como objetivo conservar, desarrollar y aumentar, los efectivos Merinos.

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Historia de la Ganadería CampoSerena

La historia de la ganadería merina CampoSerena lleva vinculada a la familia Donoso desde que ésta se asentara en Campanario y Cabeza del Buey en el Siglo XV.

Llegaron procedentes de las tierras de Aragón y las llamadas montañas de Burgos, desde donde descendieron con el movimiento de la reconquista. Tras atravesar España entera, se asentaron definitivamente en dichas localidades.

Desde entonces, los Donoso vienen desarrollando la cría del merino, en los quintos de “Los cuadrejones/Barandillo” (Campanario) y “Los Naranjos” (Cabeza del Buey). Hasta los años 60 se practicó la trashumancia a las tierras altas de Soria, Zamora y León. Desde entonces, la explotación ha permanecido estante, pero en libertad y ecológica. Todo ello con el fin de adaptarse a los cambios económicos y sociales y poder continuar con la secular tradición familiar ganadera merina.

La Serena como elemento de selección genética

El merino que ha ido seleccionado la familia, es un merino de casta de La Serena. El ecotipo se enmarca dentro del merino autóctono español, adaptado a las exigencia y dureza que impone el medio y el clima de la comarca de la Serena. Esta tierra está caracterizada por ser una estepa inmensa de ricas gramíneas en invierno y pastizales pobres y  escasos en verano. El periodo estival está condicionado por la escasez y estacionalidad de la pluviometría así como por la larga duración del mismo.

Este singular medio, unido a la selección genética y morfológica llevada a cabo por las generaciones de la familia, ha determinado la conformación de un merino resistente. Un merino facultado para aprovechar con eficiencia los escasos recursos naturales existentes y transformarlos en producciones cárnica, lechera y lanera de calidad excelente y exclusiva.

El merino de CampoSerena es un animal capaz de adaptarse a cualquier medio y satisfacer la demanda que le reclaman ganaderos y la sociedad. En definitiva, un animal dotado genéticamente con cualidades productivas exclusivas.

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