Mastines: pastores y soldados
El binomio ganado-mastín lleva conviviendo desde hace muchos siglos. Ya en las actas fundacionales del Honrado Concejo de La Mesta, allá por el año 1273, se hace referencia a los mastines como guardianes y garantes de la seguridad de los ganados, las personas y sus haciendas.

No hace muchos años era muy frecuente ver ganado trashumante siempre acompañado por sus mastines, expectantes frente a posibles riesgos, peligros y alimañas como como zorros, meloncillos, perros asilvestrados y lobos… recorriendo de Norte a Sur y de Este a Oeste las Cañadas Reales, los caminos y veredas.
Aunque hoy día, nuestros mastines se emplean fundamentalmente en los campos y las haciendas para protegerlas, también hay personas que los demandan como perros de compañía por su docilidad, carácter tranquilo y equilibrado y comportamiento fiable para con sus amos e intransigente con los desconocidos. Así mismo, hace no mucho tiempo, estos fuertes y nobles animales, fueron empleados como soldados.
LOS PERROS MASTINES EN LA GUERRA
Como referencia de su importante papel de ayuda y colaboración con el hombre, es de ley significar su presencia en las batallas de liberación del Nuevo Mundo Americano.
Así es, en el segundo viaje del Almirante Cristóbal Colón, en 1493, ya embarcaron ganados de distintas clases y razas, y una veintena de mastines para su guarda, protección y vigilancia en destino. Posteriormente, esta labor de guardería, vigilancia y protección fue ampliada a los campamentos de nuestras tropas castellanas allí destacadas, de forma que no fueran sorprendidas durante la noche por grupos de indios hostiles.

Los mastines junto a los alanos, sabuesos y podencos fueron muy utilizados como perros de guerra, después de haber sido adiestrados para estos menesteres. La envergadura, fiereza y decisión para atacar, morder e inmovilizar de los mastines y alanos, así como la agilidad, destreza y movilidad de los podencos y el olfato para el rastreo de los sabuesos, resultó ser un arma muy eficaz y letal que sorprendía y aterrorizaba al enemigo en el campo de batalla, acrecentándose su leyenda entre la población indígena.
En definitiva y salvando las distancias, estas técnicas eran las empleadas por las realas en la montería española, pero en las guerras del Nuevo Mundo. Los libertadores españoles dándose cuenta del potencial de estos perros los incorporaron diligentemente en sus filas, de forma que muchos tenían la casi consideración de soldados, por lo que a cuidados y dietas se refiere.
ADIESTRAMIENTO DE LOS CACHORROS MASTINES
Cuando en una majada ocurre el parto de una de nuestras mastinas, el mayoral se apresta a elegir las mejores colleras de cachorros para empezar a prepararlos y adiestrarlos en las labores propias de su raza al cabo de un mes, o mes y medio.
Durante esos primeros 30, 45 días los cachorros están permanentemente en compañía de su madre, los amamanta, duermen muchas horas y diríase que crecen por momentos.

Al cumplir dos meses de edad aproximadamente, son apartados de la madre y se instalan en las mismas corraletas de los establos, donde se ceban los borregos merinos que están siendo igualmente destetados de sus madres, y donde conviven 24 horas al día: juegan, viven, se relacionan, se lamen y duermen juntos. Es muy difícil no esbozar una sonrisa paternal cuando observamos la imagen de un ovillo o pelotón de borreguitos merinos y cachorros de mastín durmiendo unos contra otros, haciendo una especie de cama redonda, donde se revuelven unos y otros. Es aquí donde se empieza a consolidar el vínculo de protección y guardería hacia los borregos merinos, que en ese momento tienen un mes de vida. Este momento es el verdadero origen, el crisol de la fuerte y férrea relación de confianza entre ellos, que durará de por vida.
Hacia los tres meses aproximadamente nuestros cachorros salen del establo al campo acompañando a sus protegidos. Se trata de estancias cortas, de pocas horas para evitar el cansancio de los jóvenes mastines: diversiones como juegos y carreras son practicadas en esta especie de recreo, que hace que los lazos de dependencia se afiancen aún más.
Al cabo de 6 o 7 meses los cachorros son inseparables de su atajo de borregas merinas; éstas, llamadas de renuevo son las que engrosarán la Cabana o cabezas de ganado de la explotación.
Donde vayan ellas irán nuestros cachorros, si se detienen para sestear, ellos sestearán, si se detienen para abrevar, ellos abrevarán, si se asustan y corren despavoridas, ellos raudos y veloces otearán el peligro, o la causa de la desbandada, y le harán frente, protegiendo a sus borregas. Pasado el peligro volverán a su andar lento, cansino, o se echarán en la hierba con la mirada puesta en el atajo de borregas.
ALIMENTACION DE LOS CACHORROS MASTINES
Mientras que nuestros cachorros están compartiendo las corraletas del establo con los borregos merinos de un mes, disponen de un apartado fuera del alcance de estos últimos, donde disponen de comida y agua a discreción. Los cachorros salen y entran a demanda de este apartado donde se encuentra su comida.
Fundamentalmente se compone de leche de oveja merina, pan y pienso especial para cachorros y carne de oveja o carnero cuando hay oportunidad de tenerla.
Antes de la popularización de los piensos para perros, el alimento para los cachorros era la misma leche de oveja merina, pan migado en la leche y cebada molida. En la época que se elaboraba queso se les alimentaba con las cortaduras del queso y del nazurón, y mucho suero, que es la parte liquida sobrante que obtenemos cuando se prensa el queso y posteriormente el nazurón.
Estos momentos de ofrecerles el alimento eran aprovechados por los zagales y por el mayoral para socializar a nuestros cachorros, acariciándolos, manoseándolos y jugando con ellos para ganar su confianza , creando una relación de jerarquía entre el mayoral (el hombre) y el perro.
Pero ojo!!!! Estas caricias solamente les está permitido a aquellas personas que en un futuro trabajarán en equipo con nuestros cachorros. Si permitimos que sean acariciados por otras personas ajenas a la explotación, se acostumbraran a las visitas y conseguiremos un resultado contrario al que pretendemos, que no es otro que detectar la presencia de personas no deseadas ajenas a la explotación ganadera
Cuando nuestros cachorros ya les suponemos desarrollados, adultos, pasan a comer una vez al día de la mano del mayoral o de los zagales. Es decir, una vez al día, esto suele ser al anochecer, cuando el ganado está parado, descansando, los mastines abandonan su puesto de vigía para acudir al cortijo donde sacian su apetito comiendo a demanda de las tolvas del pienso compuesto para perros, y después de echar una ojeada por los alrededores del cortijo vuelven a su puesto.
En los años 60 los mastines de los diferentes atajos de merinas (paridas, machorras, renuevo, etc) venían al anochecer al cortijo y los zagales eran los encargados de elaborar unas masas de harina de cebada mezclada con agua, llamada Perruna y que era el principal sustento de su dieta.
El hecho de hacer venir a los mastines hasta el cortijo tiene una doble pretensión: por un lado seguir la socialización de los mastines y reforzar el vínculo jerárquico con el hombre, y por otro conocer el estado físico y veterinario de los mastines: heridas por peleas, mordeduras, parásitos, etc
Los mastines, al igual que las otras clases de perros tienen una digestión muy lenta que suele durar muchas horas. De ahí que solamente ingieran alimento una vez al día, aunque en el caso de los perros ganaderos no es así, ya que aprovechan gran cantidad de restos orgánicos procedente de los partos de las merinas, y que comen en cantidad
Artículo escrito por: Antonio Donoso Donoso